La familia es la principal fuente de ayuda de las personas dependientes en nuestra cultura e, históricamente, la función social de cuidadoras ha correspondido a las mujeres. Las personas dependientes en nuestro entorno suelen ser personas mayores, con discapacidad, personas con alguna enfermedad crónica incapacitante o enfermos en estado terminal. El periodo de tiempo dedicado a los cuidados de estas personas puede ir desde unos meses hasta años.
Cuidar siempre es un trabajo complejo porque se necesita empatía para entender a la persona cuidada y, a la vez, interaccionar con el resto de la familia y con los profesionales sanitarios y sociales. En muchos casos supone aislarse socialmente para dedicarse al cuidado y aguantar una tremenda sobrecarga física y emocional.
La actividad que desarrollan las personas cuidadoras, la mayor parte de las veces, supone anteponer el cuidado de la persona dependiente a su vida familiar y personal.
Las personas cuidadoras deben tener a su alcance todos los apoyos necesarios que favorezcan su estado de salud óptimo y puedan identificar y atender sus propias necesidades primero, así como afrontar con fortaleza emocional los problemas y las dificultades diarias que surgen como consecuencia de esta tarea.
Fuente: Sacyl – Sanidad

