—¿Llora usted? —, le preguntó la vez que tuvo que ir a consulta a domicilio porque el sismo reciente en la ciudad había dejado severos daños
SU CUERPO DEJARÁN, ALEJANDRA EME VÁZQUEZ.
en el edificio de la clínica. Esa ha sido la vez que más me ha sorprendido la
respuesta de Abuela: sí. Sí llora, de pronto. ¿Por qué?
—Ah, pues porque me acuerdo.
—¿De qué se acuerda?
—De muchas cosas.
Esas muchas cosas son sus hermanas muertas, su esposo muerto, sus
hijos ausentes y presentes, sus nietos, sus casas, sus manos llenas de artritis,
sus ojos cansados, su máquina de coser que ya necesita aceite, el timbre que
ya no escucha, las piernas que duelen, la mesa de todas las mañanas que la
recibe con al menos dos pastillas que debe tomarse para funcionar “como
se debe”. Yo también lloraría, pienso. Y enseguida corrijo: también lloraré,
quiero decir.
